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Kodo intenta componer una red de caminos en el curso de un río. Caminos que estimulen paseos y que conduzcan también a destinos concretos donde se realicen trabajos, generen usos y aprovechamientos equilibrados y sostenibles en la ribera de Alcoy, un entorno singular que lleva décadas desamparado.
Estos caminos, junto a un programa de edificaciones, tienen como primer objetivo la rehabilitación de la zona, aunando la parte natural del curso del río con la parte simbólica que este supuso en el pasado industrioso de la localidad.
En 1986 Cortés Miralles, arquitecto municipal de Alcoy, describe así la ribera del Baxell a su paso por la ciudad.
“He deambulado por los ríos en soledad. La soledad de estos ríos es angustiosa. Fábricas cerradas, caminos antaño muy concurridos por el ir y venir de los trabajadores, hoy abandonados. Las casas lindantes con puertas y ventanas abiertas, deshabitadas, en ruina, y basura, mucha basura. El silencio es absoluto, solo se oye el pequeño murmullo del agua, algún ladrido lejano o el piar de alguna golondrina de primavera.”
En algún momento, más de “cien” años atrás, en esta misma ribera en la que confluyen grandes barrancos con el agua del río, estuvo el origen de la industrialización de Alcoy. El agua recorría canales de riego, cruzaba pequeñas presas, y su fuerza alimentaba la labor de molinos y batanes. Esta concurrencia de ocupaciones, sonidos y labores convirtió el río Barxell durante decenios en un lugar vivo.
A lo largo del siglo XX, un largo proceso de desindustrialización, que se aceleró en las últimas décadas, hizo que este espacio fuera perdiendo actividad. Esta circunstancia, sumada a las condiciones de un terreno constituido por formaciones cenozoicas y sometidas a la dura pluviometría otoñal de las comarcas mediterráneas, acabó por desequilibrar su paisaje urbano y convertirlo en un lugar abandonado.
En 2006 ante el mal estado de la ribera se llevó a cabo la primera (y única) fase del proyecto de “Encauzamiento, defensa y urbanización” en el río Barxell. Un proyecto de 1.230 m de largo que, además de la demolición de edificios abandonados y la estabilización de las laderas, urbanizó y creó un parque público en el lateral sureste del río. Al otro lado del río tan sólo se pavimentó y se estabilizaron las laderas.
Dieciséis años más tarde, paseando por la ribera la sensación sigue siendo parecida a la de Cortés Miralles. Convirtiéndose en un “espacio residual”, con zonas abandonadas, desprovistas de función, basura, paredes desconchadas, adoquines agrietados…
Este abandono ha provocado que surjan pequeños territorios para la diversidad entre el roto de los adoquines o en las uniones entre los muros y la acera. (los límites aparecen en la frontera entre los residuos y los territorios explotados
En esta situación y con estos antecedentes, se propone intervenir y rehabilitar una ribera, la del río Barxell a su paso por Alcoy, cuya fisonomía actual se debe a las actuaciones del hombre. Se elimina la carretera por su degradación y desuso, se recogen los adoquines de las aceras y se desmontan las señales de tráfico, las barandillas y las farolas. Por otro lado, se mantienen los muros de contención ya realizados.
Se crean tres paseos a diferentes cotas, aumentando el espacio dedicado al peatón, y acercándolo al río, elemento natural estructurador que actualmente está desconectado de la ciudad. El paseo situado en la cota mayor se construye mediante una pasarela sinuosa que se eleva con un apoyo mínimo sobre un terreno que en ocasiones se presenta de forma abrupta. Junto a la pasarela se construye un camino con los adoquines recogidos del parque colocados en bloque con intersticios entre ellos para la aparición de vegetación. Por último, el paseo más cercano al río se pretende hacer una actuación mínima a través de un camino de tierra que no cumple con la condición de horizontalidad, sino que buscan la deriva a través del terreno natural, cambiante y abrupto.
A lo largo de los caminos, los muros de mampostería aparecen como un elemento de continuidad. La mayor parte de ellos fueron construidos durante la fase de encauzamiento en 2006, pero en algunos puntos aparecen muros anteriores que abrían las primeras calles hacia la ribera de Barxell. Hoy en día, estos muros se encuentran en un estado de ruina. Por ello se decide hacer una actuación estructural sobre ellos para evitar su total desaparición mediante una serie de apeos formados por tubos elípticos.
Al eliminar las carreteras y las aceras, que eran elementos que fragmentan el paisaje, se planta vegetación autóctona que irá adueñándose de este espacio. Su distribución se basa en la altura, colocando las especies más altas en áreas que escondan las zonas más degradadas de la ciudad, y las especies más bajas en áreas que permitan la vista hacia el Casco Viejo de Alcoy.
Para contrarrestar el abandono de la ribera, que no hace tanto fue el origen de la base económica de la ciudad se propone construir 4 pabellones que incorporen pequeños centros tecnológicos y culturales. Una parte se reservará para la investigación y enseñanza tecnológica, y otra será de uso público con espacios de biblioteca, exposición y cafetería. El espacio tecnológico servirá para impulsar la transformación digital del tejido empresarial de Alcoy, ciudad que fue elegida Distrito Digital.
Estos pabellones recuperan aspectos de la labor humana en la ribera como sustitutos actuales de las antiguas fábricas. Aparecen a lo largo de la pasarela como pequeños hitos integrados entre la naturaleza y la abrupta topografía.
La estructura se aprecia aparentemente aleatoria debido al ritmo arbitrario con que se distribuyen los pilares en planta, no hay agrupaciones de elementos verticales similares.
En este “bosque de pilares” se irán creando claros para la disposición de espacios de trabajo. Aprovechando los elementos estructurales como elementos que configuran el espacio interior.
Sin embargo la organización del edificio se rige por la disposición de dos pórticos en perpendicular arriostrados entre sí para crear una estructura totalmente rígida sobre la que se disponen los pilares.
Para su construcción se dividirá la estructura metálica en módulos menores de 12 x 3m que irán soldados de taller y se unirán en el parque mediante uniones atornilladas rígidas que esconden los tornillos en las aberturas integradas en las vigas y pilares.
El Pabellón se sitúa expuesto a los vientos de la ribera, rodeado de vegetación sobre una pequeña colina. La fachada se abre para recoger el aire fresco del exterior y utilizar la ventilación natural como sistema complementario para alcanzar los requerimientos térmicos de forma sostenible.
La fachada compuesta por ventanas pivotantes cuelga sobre un perfil hueco redondo, el único perfil distinto en toda la estructura. Debido a su sección, este perfil no trabaja bien a flexión. Por lo que se emplea un mecanismo que transforma los esfuerzos horizontales del viento en esfuerzos de torsión en el perfil circular.
En la cubierta, se emplea un método de construcción similar al que se utiliza para la fabricación de tablas de paddle surf hinchables.
En su construcción se utilizan dos capas de ETFE blanco translúcido que van unidas a través de un sistema de hilos internos llamado dropstitch. Este sistema permite que la forma se mantenga constante cuando se infla a alta presión.
Desde el interior, gracias a la propiedad translúcida de la cubierta se ven dibujadas las sombras arrojadas de la vegetación como si se trataran de sombras chinescas en movimiento.
Estos caminos, junto a un programa de edificaciones, tienen como objetivo la rehabilitación de la zona, aunando la parte natural del curso del río con la parte simbólica que este supuso en el pasado industrioso de la localidad. Más allá, Kodo se plantea como una trama que pueda dar soporte a iniciativas tanto de la sociedad civil como de las administraciones y empresas para devolver, renovado, el latido a este espacio singular.
